
1. Monasterio
El conjunto arquitectónico del monasterio benedictino es el máximo exponente patrimonial de la ciudad, y conserva elementos tan importantes como su parte más antigua, la románica Porta Ferrada (siglo X), que se ha convertido en todo un símbolo. La iglesia de la Mare de Déu dels Àngels y las torres del Corn y del Fum también forman parte del conjunto monacal, que actualmente acoge el Museo de Historia de la Ciudad y próximamente será la sede del Centro de Arte Colección Catalana Carmen Thyssen – Bornemisza.
El conjunto monumental del Monasterio está considerado Bien Cultural de Interés Nacional. Sus orígenes se remontan al s.X (Porta Ferrada) y reposa sobre antiguas estructuras de la época romana documentadas arqueológicamente.
Se trata de un monasterio benedictino fortificado que presenta diferentes fases constructivas hasta el s. XVIII, con su gran edificio barroco.
La ciudad nació al abrigo del Monasterio, creció al otro lado de la riera y luchó por librarse de las exigencias de los abades.
A parte del Monasterio, el pasado de la ciudad, centrado en la industria del corcho, ha dejado un legado arquitectónico importante. Las casas modernistas de la playa de Sant Pol o las casas señoriales del paseo del Mar, presidido por el casino de la Constancia son testigos de este legado. Otros lugares de interés son: el Museo de Historia del Juguete, el Museo del Salvamento Marítimo y el Museo Casa Irla; así como la Ermita de Sant Elm, con uno de los miradores más espectaculares de la Costa Brava, desde donde Ferran Agulló la bautizó con dicho nombre.